miércoles, 14 de diciembre de 2011

El Principito

                    “las personas grandes son bien extrañas”


Rabia


Con esos ojos rojos… llenos de rabia y desilusión. Llenos de todo  pero de nada de lo que se encontraba antes en ellos. Con esos ojos llorosos que él le crea, con esos ojos se queda mirando sola al horizonte. Desierta por dentro, triste y abandonada. Mirando hacia un final incierto que solo le acercaba cada vez más a un sentimiento de desabrigo. Loba solitaria, aislada de todo cariño, al parecer, por su propia culpa, por lo visto, porque ella lo quiso así. Sin embargo un eco dentro de ella grita su nombre constantemente, él no lo oye pero retumba en todas las paredes de su cuerpo, sonando con una fuerza ensordecedora. Esos ojos rojos que caminaban por Madrid, ya solo caminan por un desierto de ideas huecas y sueños nublados. Lo único que reconoce es un manantial de lágrimas. Llantos, insomnio, asfixia. Los latidos de su corazón se frenan en seco y la llevan a otra dimensión. “no sabes cuánto sufro por tenerte y cuanto lloro sin ti” suspira. No, no  lo sabe. Mientras, su corazón se va agrietando cada segundo más perdiendo fuerza, luz y color. Perdiendo todo lo que ella soñó ser y lo que él pensó conocer. Comenzando la época oscura del deshielo mostrando el barro y  los deshechos que lleva en su interior.

Conectividad


¿Por qué no existe internet gratis “everywhere”? Estamos tan avanzados y luego el wifi abierto no es una opción que se vea mucho. Estoy de vacaciones en Alemania y tengo los datos de mi BlackBerry apagados. Pero aún no he podido conectarme a ningún wifi. Y luego nos llamamos modernos. Pues ni modernos ni nada. ¿Por qué dentro de Europa es tan caro hablar? Debería ser más barato para que la gente también se sintiese más conectada con el resto de los países de la unión. Pero por lo visto por ahora lo que más nos une es una moneda bicolor.

La navidad


He pasado la última semana en Alemania visitando a mi familia que vive ahí. Es sorprendente lo diferente que es la Navidad española y la alemana se podría decir que incluso son opuestas. Mientas que la Navidad española tiene un look colorido y mezclado, uniendo el Belén, el árbol de Navidad y los papá Noeles en Alemania se emplean tonos uniformes y concordantes. La Navidad alemana tiene canciones lentas con tonos casi celestiales mientras los villancicos españoles con ruidosos y alegres con risas, botellas de anís y panderetas. Realmente se puede decir que la navidad de Alemania es lo que realmente refleja una “noche de paz” y la noches navideñas españolas están envueltas en canciones, risas y bromas.

Martes 13

Ayer, martes y trece donde los haya, tuve el encuentro perfecto con las personas perfectas. Después de una relajada clase de sociología mis compañeros politólogos y yo ( no eramos muchos, como de costumbre) nos dirigiamos a la cafetería. Allí mi amiga Nieva (@nievss) me pregunto que de qué trataba el libro que estoy leyendo y qué significaba su título ya que lo estoy leyendo en alemán. Así fuimos hablando de libros y peliculas creando una amplia lista de lo que hay que conocer y de lo que aún no conocemos. Entre ellos aparecieron mis peliculas "favoritas" si se pueden llamar así: Memento, El truco final, Las Horas, Corre Lola, Corre y otras muchas.
¡Así que pronto tendreis más información sobre libros y películas !

No lo sé

Quizás sea mi culpa, pero no me siento representada, no me siento acogida. Me siento expulsada. Posiblemente me haya impulsado hasta salirme de la atmósfera, pero nadie me recogió, nadie vino a recuperarme,nadie me pidió que realmente volviera.
Quizás no deba volver. Quizás, aunque realmente todas lo sabemos, yo no pertenezca a ese mundo en el que soy pequeña,insignificante, a lo sumo graciosa por mi forma de actuar y pensar.
Nadie me recogió.
Nadie me quiere ahí.
Pero yo creceré en otro lado. Mejor, contigo, con ella, con ellas.

martes, 29 de noviembre de 2011

Las dos caras de la moneda

La moneda cae. Gira a una velocidad impresionante. Gira y gira. Cara o cruz, cara, cruz,cara,cruz. Llorar, reir, soñar,sufrir. Giramos como ellas, mil vueltas, miles en unos segundos. Nadie nos puede parar, nadie lo puede controlar.
Nosotros no somos dueños de la cara o de la cruz, todo ocurre cuando debe y porque debe. Nos creemos los amos de todo... Pero no somos más que unas simples monedas que van girando a su suerte mostrandonos sus dos caras a cada segundo.
No tenemos el control.

INSIDE JOB

Para todos aquellos que se interesen en la economía, para todos aquellos a los que les interese como funcionan los bancos, que se interesen en el por qué de esta crisis financiera, para todos aquellos que se indignan, para aquellos que quieren ver periodismo de investigación de verdad, en conclusión para todos aquellos a los que les interesa nuestro mundo y lo que está sucediendo ahora un documental de lo más recomendable INSIDE JOB. No solo por cómo explica una caída previsible, que de hecho por algunos economistas fue avisada pero que desde dentro nunca fue anunciada y de hecho fue negada cuando ya no había marcha atrás. Un documental en el que la fuerza de aquellos que movían dinero y lo quemaron se ve perdida en respuestas inconcretas y reacciones que demuestran lo que todos ya habíamos notado: sabían en lo que se estaban metiendo pero no podían parar por su "adiccion" a ello.

http://www.youtube.com/watch?v=93ewgPVBpK4 (para los vagos el trailer)

                      ¡Los demás, el documental es brutal!







lunes, 28 de noviembre de 2011

Leones y Ratones

El sol entra en su habitación por el gran ventanal de tal manera que al abrir los ojos se asusta. Se ha pasado toda la noche despierte, pensando, dándole vueltas a mismo tema de todos los días, desde hace unas semanas. Se levanta, se mira en el espejo y solo ve la imagen hieca de una marioneta. Colgando por unos hilos tan finos que apreciarlos se convierte en una tarea difícil. Sus ojos están empapados de pensamientos y dolor que se transforman en lágrimas. Está enamorada del amor. está obsesionada con la pasión. Llorando huye de sus huellas. Huye del dolor que sabe provocar. El dolor de una persona que quiere, que admira, que necesita a su lado. El dolor en la persona que le hace fuerte. Él no lo sabe pero ella está enamorada del cariño que él le demuestra. Clara sabe que él es lo más grande, lo mas sincero, lo mejor que le ha pasado en mucho tiempo. Pero ella es más debil y no puede con la situación, por que aunque él vea en ella una gran estrella brillante, Clara no es más que el reflejo de la luz que el desprende. Sólo es un ratoncito que se arrima al león para sentir su calor. El león es fuerte pero él aún no lo ha descubierto. El ratón estará esperando hasta poder volver y acurrucarse en su inmensa melena dorada. Clara le quiere pero no está preparada. Clara le quiere y siempre le querrá y espera el día en el que ocurra el milaro que haga de la muñeca de trapo una persona real.




domingo, 27 de noviembre de 2011

Rota

Si, rota, totalmente demacrada por dentro y no tengo nada en lo que apoyarme, Clara parece haberse ido para siempre y que no tiene intenciones de volver, mientras tanto... yo sigo aqui, sola y no se a qué agarrarme, y no se en que apoyarme. Tantas cosas que pensar, dividida  y destrozada... y Clara ya no está.

martes, 3 de mayo de 2011

El burro muerto

Quien eres tu
quien soy yo
quienes somos los que gritamos
Dime por qué
yo no lo sé
no consigo entender lo que ves

¿Por qué gritáis de felicidad
y no os dais cuenta de la brutalidad
que reina en nuestro mundo?

Aplaudís sin saber,
sin entender lo que va a suceder
creéis que esta fue la cura

Pero no es así
hay que seguir
esta agonía solo ha empezado

Levantaos a luchar
daos cuenta de la verdad
haced lo que nos enseñaron

Quien eres tu
quien soy yo
quienes somos los que gritamos
Dime por qué
yo no lo sé
no consigo entender lo que ves

Fuego en las calles
pasillos de cadáveres
el velo negro inicia la función

Gente que grita de dolor
esto no se arregla con rencor
la venganza no es más que traición

Quien eres tu
quien soy yo
quienes somos los que gritamos
Dime por que
yo no lo se
no consigo entender lo que ves

Quien eres tu
busca la luz
haz tu propio descubrimiento 

quién soy yo
te lo diré
soy la que ve más allá de los lamentos

miércoles, 13 de abril de 2011

La espera

Sentado enfrente de la puerta de embarque no puede parar de morderse las uñas. Coge su maletín gris oscuro, gastado por el tiempo que lleva acompañándole, y lo abre. Saca un libro, lo mira, lo abre, lo cierra y lo guarda. Mira hacia los lados, observa la gente que le rodea y decide levantarse. Una vez de pie comienza a andar en círculos, al principio lento y cada vez más rápido. De pronto se para en seco, respira profundamente, mira el reloj de su BlackBerry y se sienta de nuevo. Sentado comienza a mover sus piernas velozmente haciendo temblar todos los demás asientos. Sus uñas ya están tan diminutas que decide arrancarse la piel levantada y desgastada que las rodea.  Divisa a unos metros una máquina expendedora. Mete la mano en el bolsillo. Efectivamente tiene algunas monedas y se acerca a por un refresco. Moneda, botón, refresco. La lata cae, la saca. Sin haber podido abrirla del todo empieza a salir todo el contenido simulando una explosión  marrón. La camisa blanca y el traje de una cara marca italiana están empapados por el dulce líquido. El hombre se acerca a una papelera, tira la lata medio vacía ensuciándose un poco más la mano. Enfadado le da una patada al cubo y se dirige a los aseos de caballeros. Pasados unos cinco minutos el hombre sale con la cabeza enrojecida y la camisa arrugada y aún húmeda. La chaqueta del traje que lleva colgada del brazo empieza a deslizarse hasta caerse al suelo. Una agradable mujer se le acerca y le indica en tono dulce que se le ha caído la chaqueta. El hombre la mira con rabia y la levanta.”Gracias” se oye. Aunque más que oírse se intuye. Mira de nuevo la hora, resopla. Se le acerca una azafata y le dice, “Disculpe, es nuestro fallo pero su asiento ha sido vendido dos veces, y ya que el otro pasajero adquirió su billete antes que usted lamento tener que comunicarle que usted tiene que quedarse en tierra. Le pagaremos el hotel y el vuelo de mañana.”

lunes, 4 de abril de 2011

Calcetines salvavidas


Serpientes y cocodrilos. Sé que están allí, siempre han vivido debajo de mi cama, observándome por las noches y soltando fuerte el aire siempre que pongo los pies en el suelo. Sobre todo por las noches. Todas las noches. Pero necesito ir al baño, no puedo más. Tengo que levantarme y mi hermano no está para ayudarme. Está de campamento y me ha dejado solo con todos estos monstruos. ¿Cómo lo voy a hacer? Empiezo a palpar para encontrar mis gafas. Las tengo, me las pongo a oscuras. Abro el primer cajón de la mesita de noche y saco unos calcetines. Mis calcetines gordos para no sentir su respiración que sale de debajo de la cama. Me los pongo.  Enciendo la luz pero no veo que mi pie se ha enganchado en el cable de la lámpara y salgo corriendo. La lámpara cae al suelo y la bombilla explota. La luz desaparece. Pero yo ya estoy en el pasillo. No puedo volver a entrar, los calcetines solos no me van a ayudar, los calcetines no los va a alejar. Enciendo la luz del pasillo y me pongo a buscar una linterna por todos los cajones del mueble de la entrada. Nada. No puedo volver a entrar en mi habitación si está la luz apagada. Desde afuera no la puedo encender. Tengo frío y quiero dormir. Me siento en la alfombra de delante del baño y como siempre el suelo está caliente. Me tumbo y empiezo a pensar que puedo hacer para volver a mi cama. Pero mis ojos me pesan y no puedo pensar. Me quito las gafas, las pongo en el suelo y cierro los ojos. Mañana le pediré a mamá que me compre una linterna para espantar a las serpientes.

Edgar Gun


Su nombre era Edgar Gun.  Se había llamado de otra manera en el pasado pero eso ahora ya no importaba. Había sufrido demasiado estos últimos años. Se había pasado desde los diecisiete años vagabundeando de un hospital a otro para que alguien le escuchase pero nadie le había creído. Ahora  sabía que no había marcha atrás y que se comenzaba a consumir. Cogió un cigarrillo y lo encendió. Se quedó observando como la punta del cigarro que  se volvía grisácea y vio cómo se iba convirtiendo en ceniza. En ceniza, en eso mismo se iba a convertir el. En ceniza pisoteada por el dolor de haber buscado ayuda y refugio en unos amigos que lo dejaron de lado, en una familia que no le entendía. Vivía en una sociedad en la que no aceptaban a gente como él. Blanca, la única que siempre le había entendido, había sido ingresada en un lugar atosigador en el que decían que la curarían. Edgar sabía que ella no tenía nada. Ella era así. Cambiada, era un como camaleón, pero le impedían refugiarse en los disfraces de sus sentimientos. Edgar estaba solo y tenía que buscar la manera de acabar con esto ya. No quería aceptar las miradas extrañas de la gente que le veía pasar. Él iba a hacer algo contra ello pero aún no había descubierto  que. Dejó caer el cigarro, lo pisó varias veces, se echó a andar. No había dado ni tres pasos cuando se dio la vuelta para mirar si de verdad lo había apagado. “Apagado”, dijo en voz alta. Un señor que pasaba a su lado le miró asustado. Se cruzaron sus miradas y el hombre echó a correr. “¡Corre! No vaya ser que te pase algo”, dijo Edgar entre carcajadas.
De nuevo un ataque. Sus manos empezaron a temblar y su corazón latía frenéticamente. Se sentó en el banco e intentó recordarla. Recordar su mirada y su sonrisa dulce. Intento llamar a su memoria el tono juguetón de su voz. Siempre que pensaba en ella se calmaba. Ella era su única medicina y se la habían arrebatado. “Esto no va a quedar así”.

La ventana


Sola en la habitación. Tumbada con la mirada dirigida hacia la ventana. Comienza a sentir una incómoda corriente de aire frío bailando por su espalda. De pronto la ventana se abre  haciendo danzar las cortinas azules. SE levanta para cerrarla pero cuando se vuelve a meter en la cama se abre de nuevo. Un inmenso sentimiento de angustia le invade y comienza a robarle la respiración. Su corazón, un tambor inquietante, no para de dar golpes contra su pecho. Una ráfaga de viento entra en el cuarto, sin embargo ella no consigue aspirar nada del oxígeno que vuela por su habitación. Sigue la angustia. Su garganta empieza a secarse y siente como se parte por dentro. Sus intentos de respirar son en vano- solo consigue sofocarse más. Fuego en su garganta. Golpes en su cuerpo. Se asoma a la ventana y abre la boca como una serpiente lista para atacar. Pero el aire no quiere entrar en ella.
Un grito – todo se para. Todo se vuelve oscuro. Los tambores se callan, el fuego se apaga. Abre los ojos – la ventana está cerrada.